En el mundo de la comunicación existen herramientas para atender cada necesidad. Para elegir la herramienta adecuada primero debemos establecer objetivos, pues cada una presenta ventajas y desventajas que las hacen más o menos adecuadas para cada propósito. En comunicación hay comunicados, publicidad, desplegados, filtraciones, conferencias, talleres, entre otras. En esta ocasión nos concentraremos en las entrevistas periodísticas cara a cara y daremos un breve recorrido por sus tipos y características.
Es bien sabido que la entrevista es una herramienta de comunicación que da a conocer la información de manera dinámica y amena, además que es realmente útil para obtener datos de primera mano que después se pueden comunicar ágilmente a una audiencia. Sin embargo, quedan varias preguntas por hacer, por ejemplo: ¿qué la hace interesante?, ¿por qué es relevante entrevistar a alguien?, ¿todas las entrevistas siguen los mismos pasos?
Para iniciar la conversación sobre estas preguntas, primero hay que hacer énfasis en que la entrevista no puede ser una conversación, aunque puede derivar en una. En todos los casos “uno tiene el derecho de preguntar y otro de ser escuchado” y se establece una relación asimétrica donde la palabra del entrevistado es la que importa, la que debe ser escuchada, y, al mismo tiempo, es la que se juzga y se guía hacia los caminos establecidos por el entrevistador, como expone Jorge Halperín en “El vínculo periodista-entrevistado”. En ambas situaciones, se trabaja con la palabra del entrevistado, porque la fuerza de su testimonio es lo que le da credibilidad a la información. El simple hecho de recibir información sin intermediarios despierta nuestro interés y nos da una sensación de objetividad del mensaje, una especie de “nadie me contó, yo lo escuché y por eso es verdadero”.
Para guiar el diálogo, un entrevistador profesional estudia previamente al entrevistado y/o el tema sobre el que se realizará la entrevista para, de este modo, preparar un cuestionario con preguntas clave que le permita extraer toda la información necesaria, puesto que podría ser la única oportunidad de realizar esa clase de preguntas. Asimismo, si el entrevistador es ágil podrá formular preguntas espontáneas que enriquecerán el intercambio en la comunicación, permitirán profundizar en ciertos aspectos, y, quién sabe, hasta conseguir una exclusiva.
Para cada objetivo hay un tipo de entrevista; las hay estructuradas y formales, para obtener respuestas concretas, o flexibles e informales, para ir más allá de lo evidente. La elección de una u otra modalidad depende por completo de lo que se busque comunicar, pues no es lo mismo formular una pregunta para obtener la opinión sobre un tema determinado –por ejemplo, sobre las elecciones, un servicio, una persona o una idea–, que preguntas concretas que se aplican a todos los entrevistados por igual para recabar información sobre una noticia, o diseñar un cuestionario con preguntas que se adaptan a cada entrevistado y a la ocasión para realizar un retrato.
Si bien estas posibilidades no son las únicas, nos pueden servir como un punto de partida para pensar en la gran variedad de entrevistas. Sea como fuere, es necesario estar preparado, ya sea como vocero o como figura pública, pues, así como los entrevistadores entrenan para ser cada vez más tenaces a la hora de entrevistar y conseguir “material suficiente” al primer intento, los voceros y figuras públicas deben recurrir a un entrenamiento para, más allá de contestar, aprovechar la entrevista al máximo para comunicar su mensaje de manera estratégica.